Los romanos consideraban que ciertos alimentos tenían propiedades afrodisíacas, sobre todo los que tenían forma de órgano sexual, porque era una señal dejada por los dioses: ostras, huevos, espárragos… La lista de los afrodisíacos para los romanos es muy larga: ajo, menta, miel, ortiga, pimienta, piñones, recula, langosta, ostras, moluscos…
Plinio el Viejo, en su 'Historia natural' (XXVIII-119) nos da varias fórmulas, de las cuales hemos elegido algunas de las más curiosas.
Para los romanos debía ser divertido, si conocían el mundo de los amuletos, el ver a su amigo, vecino o desconocido con uno de ellos, sobre todo si este estaba relacionado con el sexo.
Un amuleto como afrodisíaco, por raro que parezca, es el de atarse en el brazo derecho los dientes de la mandíbula derecha de un cocodrilo del Nilo.
Un lagarto ahogado en la orina de un hombre inhibe el deseo sexual del que lo ha matado; en efecto, los magos lo cuentan entre los filtros amorosos.
Los excrementos del caracol y de paloma tomados con aceite y vino también sirven para tal fin.
La parte derecha de un pulmón de buitre, colgada como amuleto en una piel de grulla, excita el deseo sexual del hombre; igual que si se toma a sorbos, con miel, yema de cinco huevos de paloma, mezclados con un denario de grasa de cerdo; o se toman en la comida gorriones o sus huevos; o se cuelga como amuleto, en una piel de carnero, el testículo derecho de un gallo
Otros afrodisíacos usar la hiel de jabalí como linimento; la médula de cerdo bebida; el sebo de burro con grasa de ganso macho untada como linimento.
El líquido procedente del coito del caballo y los testículos de caballo secos para que puedan ser diluidos en la bebida; el testículo derecho de un burro bebido en una dosis proporcional de vino o atado en un brazalete.
Otra recomendación dice que lo mejor es tomar la espuma, procedente del coito recogida en una tela roja y metida en plata, de un burro.
Otros afrodisíacos procedentes del burro, animal famoso por su miembro viril, es el sumergir los testículos en aceite hirviendo siete veces y después untar con ellos las partes pudendas del paciente, según recoge de otra recomendación . También recoge que se debe de beber la ceniza de los testículos del burro o beber la orina de toro después del coito de este y se aplique en linimento con su propio lodo al pubis.
Si aborrecen las relaciones sexuales con las mujeres Plinio tiene el remedio contra ello con esta fórmula magistral: Tome los genitales de un ciervo con miel y le asegura que ya no podrá resistirse al sexo contrario.
la ceniza de salamandra: envuelta en un paño, en la mano izquierda, estimula el deseo sexual y las inhibe, si se pasa a la mano derecha; asimismo estimula la libido un hilo, impregnado con sangre de murciélago y colocado bajo la cabeza de las mujeres, o la lengua de oca, tomada en la comida o en brebaje
El remedio por el que dejaremos de estar enamorados: "Se acaba con el amor llevando colgada del cuello una rana rubeta envuelta en una piel fresca de oveja"
Un potenciador viril se obtenía del escinco, un reptil procedente del Nilo, y del que Plinio dice que es más pequeño que la mangosta . Cuenta que era importando a Roma conservados en sal "Su hocico y patas bebidos en vino blanco son afrodisíacos,
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A parte de estos remedios tan exóticos también había afrodisíacos más "naturales"
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