Shakira ficha a Obama para la Casa Blanca

¿Quién pronunció la frase «tengo únicamente dos pasiones, amor y celebridad»? No fue Paris Hilton ni Belén Esteban, sino el gran Balzac. La confesión del entonces novelista en ciernes sintetizaba la comedia humana que lo inscribiría en la posteridad. Bertrand Russell también incluía el amor y una relación satisfactoria con el entorno, en la receta de la felicidad desgranada en su Autobiografía. Más cerca, Serrat empleaba la guitarra antes para seducir a sus contemporáneas que para extraerle semillas de arte.

Una vez verificada la ancestral pauta de comportamiento, podemos enredarnos con la actualidad, marcada hoy por un titular equívoco. Se nos pretende convencer de que «Obama ficha a Shakira como asesora en la educación para hispanos». La ortodoxia obligaría a otro encabezamiento, «Shakira ficha a Obama para la Casa Blanca». La cantante colombiana manifiesta sus preferencias para las elecciones de 2012.

Obama supera en importancia a la artista, en una relación de tres a uno si atendemos a la contabilidad irrefutable de páginas de Google. Sin embargo, el abismo se hace engañoso al reparar en que se compara al emperador del universo conocido con una de sus trovadoras. La proporción lógica sería un aplastante cien a uno. El factor de corrección lo establece la celebridad.

Shakira puede hacer más por Obama que a la viceversa, al margen de que el presidente deberá suministrar una explicación detallada a Michelle Obama sobre la naturaleza exacta de la alianza. De hecho, el gobernante odiado por los segmentos no hispanos de Estados Unidos supone una rémora para el negocio de la cantante. Una vez más, la celebridad anulará este contratiempo, al igual que miles de seguidores filomadridistas de la artista colombiana aceptaron su noviazgo con Piqué, si bien tras refunfuñar someramente.

El ansia de reconocimiento mueve el mundo. Ni Van Gogh escapaba a esta ley, si repasamos las cartas que escribió a su hermano y pese a que encarna la pureza artística por no haber logrado vender su obra en vida. Ahora que el presidente Obama se enfunda el uniforme de candidato, ha de recurrir a tretas que resultarían degradantes cuando la política se consideraba una actividad empírea.

El arte se rebaja a la política. La indiferencia ante el discurso de los candidatos ha sido forjada cuidadosamente por personajes sin mucho que decir. Hasta una cantante ágil y sensual captura los oídos de los electores con mayor intensidad que un licenciado por Harvard. Enumeradas las salvedades, cabe coincidir en que Shakira ha hecho un buen fichaje para su carrera. O career wise, sin latino.

Fuente: La opinion de Malaga